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Cómo retomar la lectura cuando no tienes tiempo

Volver a leer cuando sientes que no te da la vida puede parecer imposible. Entre el trabajo, las responsabilidades y el cansancio acumulado, sentarte con un libro en las manos suena más a un lujo que a una opción realista. Quizá has soñado con ese momento ideal: una tarde tranquila, luz natural entrando por la ventana y tú acomodado en uno de esos bags bean con una taza caliente al lado… Pero claro, la realidad aprieta.

Y si además estás en esa etapa en la que cada euro cuenta, te cuesta todavía más justificar la compra de libros nuevos o crear un rincón especial en casa. Aun así, con algunos ajustes (como usar puffs baratos para improvisar un espacio de lectura), es posible reconectar con el placer de leer. Lo importante no es el dónde ni el cuándo exactos, sino que vuelvas a hacerlo a tu manera.

1. Cambia el chip: leer no es una obligación

Uno de los mayores frenos para retomar la lectura es la presión. Te dices a ti mismo que deberías leer más, que llevas semanas sin abrir un libro, que tienes una pila de pendientes que no para de crecer. Pero leer no debería ser una carga. Si lo que quieres es volver a disfrutar de los libros, lo primero es soltar ese peso.

Empieza por cambiar tu forma de ver la lectura. No se trata de cumplir un número de páginas al día ni de leer los títulos que todo el mundo recomienda. Puedes volver a leer por placer, aunque solo sean cinco minutos antes de dormir o mientras esperas en una cola. Lo importante es recuperar esa chispa de curiosidad que te hacía pasar páginas sin darte cuenta, no tachar lecturas de una lista.

Un truco útil es elegir libros que realmente te llamen la atención, sin importar el género o la profundidad. Incluso si es una novela ligera o un relato corto, si te engancha, ya es un buen comienzo. Recuerda: nadie está evaluando tu rendimiento lector. Esto es solo para ti.

2. Encuentra tu momento (aunque sea robado)

Muchos creen que para leer hace falta una hora libre, silencio total y cero interrupciones. Pero la verdad es que, si esperas ese momento perfecto, es probable que nunca llegue. En lugar de eso, busca huecos reales en tu rutina, por pequeños que sean.

¿Diez minutos en el metro? ¿Un ratito mientras desayunas? ¿Esos instantes antes de que empiece una reunión? Todos esos espacios pueden convertirse en momentos de lectura si tienes el libro a mano. Lleva siempre uno contigo (o usa una app de lectura en el móvil), y verás cómo vas sumando páginas sin darte cuenta.

Si las noches te pillan agotado, prueba a leer por la mañana, aunque sea mientras tomas el primer café. Si los días son muy intensos, quizá leer en voz alta a tus hijos o escuchar un audiolibro mientras haces tareas domésticas también puede servir. Leer no tiene que ser una actividad sagrada y solitaria. A veces, simplemente hay que adaptarla a la vida real.

3. Hazlo fácil y accesible

Si cada vez que piensas en leer tienes que buscar el libro, buscar el lugar, ponerte cómodo y preparar todo un escenario… acabas por no hacerlo. Por eso, conviene tener las cosas listas para que leer sea lo más fácil posible.

Coloca tu libro a la vista: en la mesilla, en la encimera de la cocina o junto al sofá. Tenlo a mano para esos pequeños momentos de pausa. También puedes dejar un libro en la mochila, otro en el coche o incluso en el baño (sí, funciona).

Además, no subestimes el poder de un espacio cómodo. Aunque no tengas una habitación de lectura, puedes crear un rincón solo para ti. Un cojín mullido, buena luz, una manta en invierno... Y si no tienes mucho presupuesto, improvisa con lo que tienes. Lo importante es que sea un lugar donde te apetezca sentarte unos minutos y sumergirte en otro mundo.

Por otro lado, si te abruma elegir qué leer, busca recomendaciones sencillas, lee reseñas o vuelve a autores que ya te gustaron. Incluso releer puede ser una forma estupenda de reconectar con el hábito. No hace falta descubrir el libro del año, solo necesitas uno que te atrape.

 

Disfruta sin prisa

Retomar la lectura no se trata de cumplir metas ni de ser productivo. Se trata de volver a algo que te hacía bien, que te daba placer y te ayudaba a desconectar del ruido del día a día. Si no tienes tiempo ni energía, empieza por lo pequeño. Una página hoy, dos mañana. Poco a poco, sin presión.

Date permiso para no terminar libros si no te enganchan, para dejar la lectura a medias si no te apetece, para leer solo los fines de semana si es cuando puedes. No hay una única forma de ser lector. La tuya es tan válida como cualquier otra.

Así que respira, suelta el agobio y abre ese libro. Porque aunque la vida vaya rápido, siempre hay un hueco —aunque sea mínimo— para volver a leer. ¿Te animas?

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