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Cómo lograr que los niños vuelvan a dormir pronto

 

La rutina del sueño de los niños puede verse afectada por diversos factores: cambios en la rutina, periodos de vacaciones, o incluso el estrés. Sabemos lo complicado que puede ser para los padres lidiar con las noches en las que los pequeños se resisten a ir a la cama. 

Crear un ambiente cómodo y relajante es clave, y elementos como los puffs infantiles pueden convertirse en tus mejores aliados para construir ese rincón especial donde los niños puedan sentirse tranquilos antes de dormir.

 

A veces, simplemente contar con los elementos adecuados en casa, como un puff cama happers, puede marcar la diferencia entre una noche de insomnio y un sueño reparador. A continuación, encontrarás cinco consejos útiles que te ayudarán a que tus hijos vuelvan a conciliar el sueño rápidamente y establezcan una rutina de descanso más saludable.

 

1. Establece una rutina consistente

Los niños se benefician enormemente de las rutinas. Un horario regular para acostarse les da un sentido de seguridad y les ayuda a regular su reloj interno. Es importante que esta rutina se mantenga incluso durante los fines de semana y periodos de vacaciones. 

Un horario predecible para dormir y despertar le da al cuerpo de tu hijo las señales necesarias para reconocer cuándo es el momento de descansar.

 

Dentro de esta rutina, puedes incluir actividades relajantes que les ayuden a calmarse antes de ir a la cama, como leer un cuento, escuchar música suave o practicar ejercicios de respiración. 

 

Asegúrate de evitar la exposición a pantallas (televisores, tabletas, teléfonos móviles) al menos una hora antes de dormir, ya que la luz azul que emiten estos dispositivos puede interferir con la producción de melatonina, la hormona del sueño. Recuerda que, para que una rutina sea efectiva, debe ser constante y libre de interrupciones.

 

 

2. Crea un ambiente propicio para el sueño

El entorno en el que tu hijo duerme juega un papel fundamental en su capacidad para conciliar el sueño. Para que los niños se sientan cómodos y seguros, es importante crear un espacio tranquilo, oscuro y fresco. La temperatura ideal de la habitación debe estar entre los 18°C y 22°C. Además, reducir la cantidad de ruido y de luz ayudará a que se relajen más fácilmente.

 

Asegúrate de que la cama sea un lugar cómodo y acogedor. Puedes hacer que su espacio sea aún más especial añadiendo elementos suaves y confortables, como cojines o mantas. Aquí es donde las puffs pueden ser útiles. 

Puedes utilizarlos para crear un rincón de lectura o un lugar donde el niño pueda sentarse a relajarse antes de ir a la cama. La idea es asociar su dormitorio con sensaciones positivas y de calma, de modo que se convierta en un refugio para ellos.

 

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3. Limita las actividades estimulantes antes de acostarse

Es fundamental que las últimas horas del día sean tranquilas y libres de actividades que puedan sobreestimular a los niños. Esto incluye juegos activos, programas de televisión emocionantes o videojuegos. Si tu hijo ha estado muy activo durante el día, es posible que le cueste más relajarse por la noche. Por eso, es importante reservar la última hora antes de dormir para actividades calmadas.

 

En lugar de videojuegos o televisión, sugiere actividades como dibujar, escuchar cuentos o hacer puzles. Además, puedes incorporar actividades que ayuden a liberar la energía acumulada de manera tranquila, como un paseo corto o ejercicios de estiramiento suaves. También puedes enseñarles técnicas de relajación, como la respiración profunda o la meditación guiada para niños. 

 

Estas prácticas no solo les ayudarán a conciliar el sueño más rápidamente, sino que también les proporcionarán herramientas útiles para manejar el estrés a lo largo de su vida.

 

4. Cuidado con la alimentación y las bebidas

Lo que tu hijo come y bebe, especialmente en las horas previas a acostarse, puede afectar significativamente su capacidad para dormir. Trata de evitar las comidas copiosas o azucaradas durante la cena. Los alimentos pesados pueden causar molestias estomacales, lo que puede dificultar que se duerman rápidamente. 

En su lugar, opta por cenas ligeras y equilibradas, que incluyan alimentos que ayuden a inducir el sueño, como plátanos, avena o yogur.

 

En cuanto a las bebidas, evita aquellas que contengan cafeína, como refrescos y ciertos tés, ya que pueden mantener a los niños despiertos durante más tiempo. Si tu hijo tiene sed antes de dormir, ofrécele agua o una pequeña cantidad de leche tibia. Ten en cuenta que beber mucho líquido justo antes de acostarse puede hacer que se despierten a media noche para ir al baño, lo que interrumpirá su sueño.

 

 

5. Sé paciente y comprensivo

Cambiar los hábitos de sueño no sucede de la noche a la mañana. Es posible que tu hijo necesite tiempo para adaptarse a una nueva rutina o para superar las dificultades que enfrenta al dormir. Por eso, es importante que tengas paciencia y seas comprensivo durante este proceso. Evita transmitirles tu estrés o frustración, ya que esto puede empeorar las cosas.

 

Recuerda que cada niño es diferente y lo que funciona para uno puede no funcionar para otro. Observa y escucha a tu hijo para entender mejor sus necesidades y ajustar tu enfoque según sea necesario. Puede ser útil mantener un diario de sueño para identificar patrones y posibles desencadenantes de los problemas de sueño. Si los problemas persisten, no dudes en consultar con un pediatra o un especialista en sueño infantil para obtener orientación adicional.

 

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Lograr que los niños vuelvan a dormir pronto puede ser un reto, pero con paciencia, consistencia y algunos ajustes en su rutina diaria, es posible establecer hábitos de sueño saludables que beneficien a toda la familia. Crear un ambiente relajante, establecer una rutina constante y evitar actividades y alimentos estimulantes antes de acostarse son pasos fundamentales. Recuerda que la clave está en ayudarles a asociar la hora de dormir con sensaciones de tranquilidad y seguridad, y en ser un apoyo comprensivo mientras se adaptan a estos cambios.

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